Erase una vez,
mi niña,
una princesa que vivía en el Sol,
que bajó por un rayo de
luna
porque quería conocer el mar,
desde su casa arriba lograba verlo
brillante como lámpara china,
repleto de peces y barcos,
cubierto de gaviotas voladoras
que cantaban viejas canciones marinas de amor
porque quería conocer la tierra,
meterse entre los dedos terrones enteros,
ver crecer las flores aromáticas bailarinas,
rodar sobre el suelo, mezclarse con el barro
porque quería sentir el viento
correr entre sus cabellos,
cubriendo su cuerpo,
vibrando con las carcajadas nacidas en su piel
pero sobre todo.
sobre los peces,
el viento cabalgante
la tierra olorosa
Por sobre todo,
quería saber que era:
unas manos que cubren el sueño,
una sonrisa cuando se camina inseguro,
una abrazo a cambio de balbuceos,
un beso al ver la llegada.
Todo lo quería la princesa
por eso bajó, por la luz de la Luna,
lenta como cuando se tiene prisa,
deleitándose con
el mar
la tierra,
el viento,
feliz, saboreando,
el beso,
el abrazo,
las manos.
Ansiosa bajó la princesa del Sol
y llegaste tú.