viernes, 14 de agosto de 2009

隨筆

也許在夜間
一旦沉默星級
未完成的期待的那個女人
等待下一次的燈說,
渦旋我國雪茄
終於找到了永恆

Ramblings

Måske om natten
Når den tavse stjerner
De ufærdige udseende af, at kvinden
vente ved siden af lampen, at
den ruller af min cigar
Endelig findes evigheden

Divagacions

Potser en la nit
una vegada les estrelles callen
la mirada inconclusa d'aquesta dona
espereu al costat de la làmpada aquella
que les volutes de la meva cigarro
per fi trobin l'eternitat

Divagaciones

quizás en la noche
una vez las estrellas callen
la mirada inconclusa de esa mujer
espere junto a la lámpara aquella
que las volutas de mi cigarro
por fin encuentren la eternidad

viernes, 26 de junio de 2009

DIA DE ARROYO

Hacía calor. A través de las ventanas empañadas podía ver la calle cubierta con el agua sucia de los arroyos. Barranquilla era el único lugar del mundo conocido que tenía entre sus señales de tránsito una que mostraba medio carrito encima de tres líneas quebradas; esa señal significaba "arroyo peligroso". Juan recordó que en su lejana Bélgica Ben, su cuñado, siempre quiso ver qué tenían de especial esos arroyos. Había sido Natalia la que le había contado, entre beso y beso y entre sexo y sexo, sobre esa ciudad medio mítica y medio fantástica donde todo se detenía cuando comenzaba a llover, donde los arroyos cabalgaban sucios pero poderosos haciendo detener al más avezado de los conductores así estuviera encima de la mejor de las máquinas, y donde la lluvia no caía de arriba abajo sino de lado, Ben no se lo creía, Juan se imaginaba a su hermana cubierta por una sabana abrazando el cuerpo blanco de Ben contándole todo esto mientras el sol mediterráneo se colaba por la ventana dentro de ese contexto quién se podía creer esos cuentos? Lo que menos podía entender era que alguien quisiera ver el caos que significaba un aguacero en la arenosa. Cerró sus ojos para olvidarse de adónde iba.

En la fila del frente estaba una muchacha, el calor imborrable se había revuelto con la escasa lluvia que lo único que trajo fue más calor y los arroyos. Al verla Juan no se arrepintió ni del calor ni de la lluvia, era bella y el sudor hacía que una dulce camiseta se pegara a su cuerpo dejando imaginar más allá de lo que se veía, los labios endurecidos de mirar hacia la calle no la desmejoraban, al contrario le daban fuerza y vigor, sus ojos se le antojaban tormentosos pero antes de verlo como un defecto era algo que lo atraía aún más, " así como los marinos se sentían atraídos por Escila o Caribdis" pensó, sea como fuera ella lo llamaba desde el blanco de sus ojos.

Juan se levantó de su puesto entre tímido y osado y se sentó a su lado. Habían pocos pasajeros, una señora hablaba del calor y un señor al lado le respondía de los arroyos, era lo mismo pero al revés en el idioma que solamente un nacido en esta ciudad podía entender. Más allá un niño lloraba mientras la mamá le sonaba un manotazo para que llorara con gusto, detrás de ellos solo sillas vacías, adelante el conductor con barriga desparramándose por la cabrilla escuchaba maliciosamente los comentarios del último partido de fútbol.

  • Hola, vas tarde? – le dijo, tratando de inventar una excusa para iniciar una conversación.

Afuera la lluvia no menguaba cada vez eran menos las personas en la calle.

  • A dónde? – le respondió esquiva sin mirarle a los ojos.

El sol débilmente se había dejado ver entre dos nubes pero fue cerrado rápidamente por la brisa.

  • No sé, a dónde vayas me imagino que el arroyo te detuvo igual que a todos.

"lluvia con brisa", pensó, esto está mejorando.

  • Ah sí, pero no es gran deducción cierto?

Un relámpago atronó dentro del bus, todos saltaron.

  • Pero sí un motivo para iniciar una conversación. – como si no hubiera escuchado el trueno.

La mirada de la pelada se dirigió asustada a través de la ventana.

  • No te preocupes, al tener llantas de caucho es difícil que, si nos cae un rayo, nos pase algo. – dijo Juan haciendo alarde de la sabiduría popular desconociendo realmente si era cierto o no lo que decía.
  • No es eso.- le respondió ella de manera directa por primera vez. - no sientes algo? Como si el bus se moviera.

Juan, dentro de su papel de perdonavidas miró con aire de suficiencia a la calle. El nivel del arroyo había subido pero todo parecía normal. De pronto, sintió un tirón que casi lo tumba, el arroyo no solamente había aumentado su nivel, también había aumentado su fuerza. Se dio cuenta de la dificultad en que se encontraba, a pesar de estar en un "Coochofal", uno de los buses más grandes que hay en la ciudad, el arroyo no tendría problema alguno en arrástralos junto con sus ocupantes hasta el mismísimo "puerto mocho" lugar donde desembocaba. Se dio cuenta que el conductor había detenido el bus en la mitad de otro arroyo, que si bien al principio del aguacero estaba calmo, ahora se enfrentaban en un rudo abrazo marrón – gris –sucio, con el principal que supuestamente evitaban.

  • Te das cuenta que este era otro arroyo? – le gritó al conductor - vámonos de acá cruza por esta o nos lleva!

El conductor no le dijo nada porque sabía que tenía razón, intentó dar marcha atrás con el bus para meterlo en una calle lateral, pero ya era tarde. "Llegó la punta" pensó desesperadamente Juan, era el comienzo de todo arroyo blanquecina y fuerte, nada la podía detener, era como una mujer obsesiva y celosa. Todos comenzaron a gritar, incluyendo al conductor y hasta Juan que no se escuchaba hasta que se vio en el retrovisor del bus con la boca abierta emitiendo un sonido inaudible para su mente. Cerró los ojos y comenzó a pensar, se dirigió a la ventana de emergencia, supuestamente una patada la podía separar inmediatamente. Le dio una, dos, tres y nada.

  • Nojoda, esta no es una ventana de expulsión, cómo carajos pasaron el examen? – el conductor no dijo nada sino que ayudo a Juan a empujar la ventana. Ahora parecían un extraño barco siendo arrastrado por la corriente.

Afuera, en la acera comenzaron a aparecer los de siempre. Los vecinos preparados con cuerdas y otras cosas a tratar de salvarlos. Ellos sabían que esta escena era inevitable, podía ser un conductor imprudente o uno descuidado, pero siempre en esa cuadra en época de lluvia iba a ser arrastrado alguien así que estaban preparados.

Un hombre delgado y fibroso tiró el cabo de una cabuya, la amarraron a un poste. Llegó otra y otra ahora sí podían pasar del bus siendo arrastrados por los vecinos. Así sucedió, uno a uno fueron llevados a la acera convertida en improvisado muelle, mientras tragaban agua sucia y pedazos de todo. Solo faltaban Juan y la muchacha, el conductor fue de los primeros empujando a todos. Cada uno agarrando una cabuya se tiraron para llegar al otro lado. Sabía Juan que se dañaría el celular y su ipod pero de malas! Se lanzó con los ojos cerrados, aspiro agua sucia y llegó a la acera.

Al levantarse se dio cuenta que los gritos que sonaban no eran igual, la muchacha se habían soltado de su cabuya y era arrastrada cada vez más por el arroyo, su cuerpo delgado y delicioso golpeó contra el bus lo que la detuvo. Sin pensarlo Juan se amaró una cabuya en la cintura y se lanzó por ella, el arroyo estaba fuerte y no lo dejaba ver. La muchacha estaba en el estribo aferrándose desesperadamente al bus, allí llegó Juan y la abrazó fuertemente, agradeció su poco peso, en el otro lado los demás los fueron halando poco a poco hasta llegar magullados, mojados y sucios pero vivos.

  • Me llamo Ana – le dijo la muchacha mientras le daba un beso - gracias.

Con el beso todavía latiendo en la mejilla Juan se despertó.

  • Nojoda levántate flojo, te pasaste el aguacero durmiendo! - le grito Rafa su compañero de cuarto.
  • Mucha lluvia? Mira la vaina jodida que soñé – Le respondió Juan secándose el último girón de sueño de la cara.
  • Qué pasó? - le respondió Rafa que veía el noticiero – los arroyos se llevaron dos carros y un bus, mira en este casi se llevan a una pelada, un man se tiró y la salvó.
  • Cómo? – dijo Juan con la boca seca - cuando pasó eso?
  • Mientras dormías mijo! Mira lo están pasando otra vez.

Cubriendo la pantalla entera del televisor aparecía la imagen de una mujer de labios endurecidos y ojos tormentosos que lo llamaban.

lunes, 1 de junio de 2009

PERSECUSIÓN


Estaba inquieto. Toda la mañana había dado vueltas de despacho en despacho temiendo encontrar algo inesperado, una fecha no anotada a tiempo, una decisión sobre la cual no se pudiera hacer nada.
Como siempre encontró que de los cientos de procesos que vigilaba solo dos habían avanzado y ninguno de manera imprevista.
Pero la sensación, un latido alterno del corazón que dolorosamente se extendía hasta el codo y llegaba a las manos, proseguía.
Al salir a la calle el calor lo invadió, decidió no tomar gaseosa, hay que controlar el colesterol, agua o "fruta no procesada" como decía Miguel. Cuando tomó los primeros sorbos de agua igualmente se intensificó la idea de que algo iba mal. Recordó el cuento aquel de la señora que sueña que va a pasar algo y, a fuerza de repetirlo, la idea se esparce por el pueblo que termina siendo destruido por el éxodo paranoide que generó el rumor. Esta vez no se sonrió. Revisó las innumerables listas de cosas por hacer que tenía para verificar que todo estuviera bien y que nada se le hubiera pasado. Nada.
La sensación latía ahí.
Ya antes le había pasado, un informe no entregado, un escrito no presentado podían desatar el apocalipsis sin límite alguno. Eso era lo que temía, había aprendido a seguir a sus instintos, tan imprescindible en su trabajo, pero no había aprendido a evitar los riesgos. Con el mediodía llegó el almuerzo, el calor aumentó, vio las noticias, jugó con su hija, regresó a la oficina. Su escritorio repleto de papeles era caldo propicio para la aparición de errores (riesgos). Lo "organizó", pero no encontró nada fuera de lo común. Iba a tomar tinto pero decidió, por el calor, servirse agua, volvió a su escritorio, encendió el computador y comenzó a trabajar.
El latido seguía ahí. La sensación se escondía ahora en esa parte de la vista a un costado del ojo donde no alcanza la conciencia a distinguir una sombra.
Llamó clientes, envió correos; el reloj marcó las 6:00 p.m., se fue para su casa encontrando en cada paso la sensación de catástrofe que lo dominaba de la mañana. Cuando llegó a su casa discutió por cosas banales con su mujer. Se contentaron. Tomó su cena, ella recogió sus platos. Era un día más.
Se lavó los dientes siguió a su cama más tranquilo. Se desvistió para dormir, sabía que, por lo menos ese día, no había cometido un solo error. En la cama revisó las listas del día siguiente. La sensación no había desaparecido pero la razón le decía que no podía suceder nada. Cerró sus ojos.
Fue ese el instante que escogió el dragón para atacarlo.

jueves, 30 de abril de 2009

Imagen de un caballo para una niña de cinco años

Trueno en los ojos,

profundos lagos oscuros

sin dama que los habite


 

Un millón de sedas

danzan al aire

sin fe ni concierto

no siguen al viento,

él las persigue inútilmente


 

Trueno en el suelo,

vibrante en cada golpe,

sacude la tierra

Una y otra vez


 

En sus costados,

placas de plata vibrante,

inquietas,

pequeñas

geografías que constantemente

cambia formando

valles, montañas, ríos.


 

Adelante compuertas

inagotables, diques

de oxígeno

tragando vida

sin cesar


 

Al final, un látigo certero

enhiesto en la carrera,

inquieto en el descanso,

Trono de guerreros.

Fuerza de campesinos

Compañía de hombres.

martes, 21 de abril de 2009

Apuesta por Él

El disco volaba delgado entre dos corrientes de aire, negro, más negro que la noche que lo envolvía; en su interior sonaban oh's y yeah's y una gran boca roja abierta en la que sobresalía una lengua aún más roja, cubriendo el final de la parábola que le obligaron a hacer el disco se encontró con las rugosidades e intersticios de la calle, inmediatamente caóticos surcos se cavaron en medio de los originales cuidadosamente sembrados. En su interior las guitarras caían destrozadas, la batería se desarticuló y las gargantas no emitían sonido solo sangre mezclada con lágrimas. La frase lapidaria fue:

  • "No debemos dejarnos colonizar de los gringos, debemos defender nuestra cultura"

A su lado, como un delgado y moreno Sancho Panza, el hombre que alguna vez dirigiría la educación del pueblo y que tendría un hijo que se embebería con sonidos de muchos lugares, buscando nuevas mentes, encontrando mejores ideas, sólo asentía lentamente la cabeza aprobando con un ceño fruncido la decisión del perpetrador.

Atónita la mirada del hacia poco orgulloso portador del negro mundo destrozado, no dejaba salir una sola lágrima refrenado por la rabia y el dolor ante la estupidez fraternal. Algún día se convertiría, sin embargo, en un verdadero maestro y, a pesar de no ser nunca crucificado, si sería traicionado, pero no por sus discípulos que, a pesar suyo seguirían predicando a su modo el evangelio que les enseñara. Lo irónico s que, décadas después, el perpetrador orgulloso le mostraba al aprendiz de maestro la colección completa de los contradictores hermanos de aquellos que esa noche despreció.

Ahora, en un tiempo a pesar de que haber pasado años humanos solo son minutos para el pueblo, solitarios, pero no solos, unos zapatos eléctricos sonaban en medio de dulzonas y forzadas melodías, a pesar de eso se hacían escuchar con voz propia no prestada, reinventando tonadas antiguas, presentando, tímidamente las nuevas.

Nada ha cambiado, la música que nunca ha dejado de sonar en sus rincones, que la envuelven de magia y olores nuevos sigue siendo despreciada, el disco aún vuela sobre el suelo.

Pero las guitarras se niegan a permanecer quebradas y constantemente se reparan, son otras las manos que las hacen gemir y otros los odios que se dejan llevar, pero son las mismas mentes las que no se dejan abrir.

Cuándo detendremos el disco?, cuándo entenderán que junto al porro, a las rancheras, a la grandiosa cumbia el vallenato, también está Él, innombrable pero perenne. Aquellos que pretendan cerrar sus ojos, tapar sus oídos y negar su existencia e el pueblo lloraran desconsolados ante su inminente fracaso.

Aquellos que abran su boca para denostar y en su contra elevar sus lamentos morales y rígidos, se quebraran ante la multitud de jóvenes, adultos y ancianos, abuelos, padres e hijos que lo escuchan, que ha desde siempre ha estado dentro de su corazón.

Es verdad, siempre han sido unos pocos los que en público lo han defendido, pero unos pocos de ahora son una multitud de antes.

Dejen escuchar ese sonido subterráneo que estremece la carne, la sangre y la mente.

Reconozcan de una vez su existencia seria y real dentro de todos nosotros.

Denle el puesto que como expresión del alma del pueblo se merece.

Si alguien quisiera saber cuando llegó no podría hacerlo porque siempre ha estado aquí, oculto pero real.

Detengamos el disco en el aire, miremos la cara del perpetrador y taladrando sus ojos hasta llegar a su cerebro digámosle:

-"Ellos también son de aquí."


 

martes, 14 de abril de 2009

Petición

Aunque no siempre

estaré cerca para secar

con mis dedos tus lágrimas,

Ni vivirás a mi lado

compartiendo cada pedazo

del día,

Aunque algún día mis manos

no te podrán izar hasta llegar al cielo,

y débiles y arrugadas

tocarán débilmente un recuerdo

tuyo,

Aunque mi voz se olvide

de canciones y poemas

para intentar dormirte

y otro, de otra forma,

te de un beso para que sueñes,

Aunque ya no esté y

mi imagen viaje sola

sin mi sombra,

Sólo espero que cuando

pienses en mí

una sonrisa florezca en tu

corazón.

martes, 20 de enero de 2009

Interrogante

Amarrados mis labios
secuestrada mi piel
puede mi espíritu solo
poseer tu cuerpo?

Operación Plomo Impune

Derrapando en la red encontré este artículo que muy bien dice lo que pienso de la masacre que está viviendo la población palestina. No soy musulmán, no planeo serlo, pero el daño impune, desacrazilado e inhumano que día a día reciben los palestinos debe tener resonancia en cada uno de nosotros.
Angork


Operación Plomo Impune
Para justificarse, el terrorismo de Estado fabrica terroristas: siembra odio y cosecha coartadas. Todo indica que esta carnicería de Gaza, que según sus autores quiere acabar con los terroristas, logrará multiplicarlos.
Desde 1948, los palestinos viven condenados a humillación perpetua. No pueden ni respirar sin permiso. Han perdido su patria, sus tierras, su agua, su libertad, su todo. Ni siquiera tienen derecho a elegir sus gobernantes. Cuando votan a quien no deben votar, son castigados. Gaza está siendo castigada. Se convirtió en una ratonera sin salida, desde que Hamas ganó limpiamente las elecciones, en el año 2006. Algo parecido había ocurrido en 1932, cuando el Partido Comunista triunfó en las elecciones de El Salvador. Bañados en sangre, los salvadoreños expiaron su mala conducta y desde entonces vivieron sometidos a dictaduras militares. La democracia es un lujo que no todos merecen.
Son hijos de la impotencia los cohetes caseros que los militantes de Hamas, acorralados en Gaza, disparan con chambona puntería sobre las tierras que habían sido palestinas y que la ocupación israelita usurpó. Y la desesperación, a la orilla de la locura suicida, es la madre de las bravatas que niegan el derecho a la existencia de Israel, gritos sin ninguna eficacia, mientras la muy eficaz guerra de exterminio está negando, desde hace años, el derecho a la existencia de Palestina.
Ya poca Palestina queda. Paso a paso, Israel la está borrando del mapa.
Los colonos invaden, y tras ellos los soldados van corrigiendo la frontera.
Las balas sacralizan el despojo, en legítima defensa.
No hay guerra agresiva que no diga ser guerra defensiva. Hitler invadió Polonia para evitar que Polonia invadiera Alemania. Bush invadió Irak para evitar que Irak invadiera el mundo. En cada una de sus guerras defensivas, Israel se ha tragado otro pedazo de Palestina, y los almuerzos siguen. La devoración se justifica por los títulos de propiedad que la Biblia otorgó, por los dos mil años de persecución que el pueblo judío sufrió, y por el pánico que generan los palestinos al acecho.
Israel es el país que jamás cumple las recomendaciones ni las resoluciones de las Naciones Unidas, el que nunca acata las sentencias de los tribunales internacionales, el que se burla de las leyes internacionales, y es también el único país que ha legalizado la tortura de prisioneros.
¿Quién le regaló el derecho de negar todos los derechos? ¿De dónde viene la impunidad con que Israel está ejecutando la matanza de Gaza? El gobierno español no hubiera podido bombardear impunemente al País Vasco para acabar con eta, ni el gobierno británico hubiera podido arrasar Irlanda para liquidar al ira. ¿Acaso la tragedia del Holocausto implica una póliza de eterna impunidad? ¿O esa luz verde proviene de la potencia mandamás que tiene en Israel al más incondicional de sus vasallos?
El ejército israelí, el más moderno y sofisticado del mundo, sabe a quién mata. No mata por error. Mata por horror. Las víctimas civiles se llaman daños colaterales, según el diccionario de otras guerras imperiales. En Gaza, de cada diez daños colaterales, tres son niños. Y suman miles los mutilados, víctimas de la tecnología del descuartizamiento humano, que la industria militar está ensayando exitosamente en esta operación de limpieza étnica.
Y como siempre, siempre lo mismo: en Gaza, cien a uno. Por cada cien palestinos muertos, un israelí.
Gente peligrosa, advierte el otro bombardeo, a cargo de los medios masivos de manipulación, que nos invitan a creer que una vida israelí vale tanto como cien vidas palestinas. Y esos medios también nos invitan a creer que son humanitarias las doscientas bombas atómicas de Israel, y que una potencia nuclear llamada Irán fue la que aniquiló Hiroshima y Nagasaki.
La llamada comunidad internacional, ¿existe?
¿Es algo más que un club de mercaderes, banqueros y guerreros? ¿Es algo más que el nombre artístico que Estados Unidos se pone cuando hace teatro?
Ante la tragedia de Gaza, la hipocresía mundial se luce una vez más. Como siempre, la indiferencia, los discursos vacíos, las declaraciones huecas, las declamaciones altisonantes, las posturas ambiguas rinden tributo a la sagrada impunidad.
Ante la tragedia de Gaza, los países árabes se lavan las manos. Como siempre. Y como siempre, los países europeos se frotan las manos.
La vieja Europa, tan capaz de belleza y de perversidad, derrama alguna que otra lágrima, mientras secretamente celebra esta jugada maestra. Porque la cacería de judíos fue siempre una costumbre europea, pero desde hace medio siglo esa deuda histórica está siendo cobrada a los palestinos, que también son semitas y que nunca fueron, ni son, antisemitas. Ellos están pagando, en sangre contante y sonante, una cuenta ajena.
(Este artículo está dedicado a mis amigos judíos asesinados por las dictaduras latinoamericanas que Israel asesoró.)
Eduardo Galeano

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