lunes, 5 de marzo de 2007

Virgen tú, para mí,
virgen yo para ti.
El espacio implosionó
destrozando la realidad
en la que estábamos,
el tiempo se curvó
comiéndose a sí mismo,
Ourubourus errante
que se transformó en eterno.
Los postigos de las ventanas
se cerraron sin cerrarse,
los ojos huyeron
hasta nuestro encuentro.
Crecí (creciste?)
en ese instante perenne.
Eras mía,
aunque ya no.
Era tuyo,
aunque no lo digas.
Caí perdido,
sujeto de ese tiempo,
de ese instante,
de ese momento, en el que di mi primer beso.

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