Ha caído la noche
y no estás tú.
Te mueves en las sombras
que las velas cubren,
dentro del todo
que es mi cuarto.
Rodeo sin pena
las ganas de cubrir tu vientre
con la fuerza de mi carne,
deslizar mis poros
hasta confundir
tus estrellas con mi tierra.
Mi cuerpo desacomoda
en mi mente
las formas que tu forma
construiría a mi lado
si estuvieras aquí.
Te veo,
sin embargo,
correr por mis ganas,
reírte de mi deseo,
hacer florecer mi angustia,
que crece sin remedio
pues, a pesar de todo,
ha caido la noche
y no estás tú.
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