miércoles, 17 de diciembre de 2008

Tras la cortina
que forma el humo
que algún día me matará,
te recuerdo anhelante,
deseosa de viajar
a través del tiempo,
a través de la vida.
Todos tus labios expectantes
por mis manos o mis besos.
Eva de todas las Evas,
yo el Adán impuro
que surcaba tu cuerpo.

Eras un campo fértil
esperando ser
arado,
amado,
construido.
Jugaste tus juegos
riéndote de los míos,
solamente miraba
esa dulce caricia
que siempre llegaba a mi corazón.

Ahora,
desnudo de todos mis temores,
te recuerdo aún clavada en mi pecho
sonrío solitario
mientras acaricio esa pequeña
espina que eres tú.

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