miércoles, 22 de febrero de 2012

Mitos y leyendas de Paranawa (Una breve relación)

LA LLORONA

En Paranawa en medio de la noche se escucha un grito de mujer que rasga no solo la oscuridad sino los nervios de quien lo escucha. Extrañamente nadie la ve únicamente la escuchan y el que lo hace cae enfermo por días, con fiebres y temblores. Es la Llorona que busca a sus hijos con el plañido de “AAAYYY mis hijoooooossss” y “dóoooonde estaaaaaán mis hijos?” y en esa eterna búsqueda recorre en las noches las calles del pueblo. Según mi abuela, un día que mi abuelo venía de juerga escuchó el llanto de la Llorona y lo que hizo fue voltear a pelear con ella gritando y vociferando, tardó más en girar que en caer redondo al suelo durando encamado con fiebre durante varios días, y es que contra ese dolor ni el propio Herodes podría vencer.
Sigo con las mujeres, la llorona es un mito que recorre el continente desde México hasta la Patagonia. En su excelente libro “Mujeres que corren con los lobos”[1] Clarissa Pínkola Estés. Relaciona a la llorona con la llegada de la pubertad y con el enfrentamiento con el “hombre de negro”. La destrucción de lo femenino y la fertilidad. En el libro en mención narra la forma como lo cuentan en México, es decir la historia de un español que se enamora de una mujer indígena o mestiza, la embaraza pero que, después tiene que regresar a España para casarse con la mujer designada por su familia, la mujer abandonada enloquece de dolor y tira a sus hijos al río y se suicida, sin embargo, a pesar de que en el más allá le perdonan el haber asesinado a sus hijos no puede acceder al cielo hasta que no recupere sus bebés, por eso eternamente vaga buscándolos. Como en el caso de la Mojana los niños no deben salir en al noche al río porque la Llorona los puede confundir y llevárselos.

En la versión mexicana se puede ver la mezcla de las culturas y el enfrentamiento social entre el hidalgo sin sentimientos y la pobre indiecita que, a pesar de haber ganado al cielo, al final no puede acceder a él.
Son prolíficas las versiones de la Llorona en Latinoamérica pero siempre manteniendo el mismo esquema central, lamujerquepierdeasushijosyescondenadaavagareterneamenteensubúsqueda. En nuestro país también existen múltiples versiones, en Antioquia, por ejemplo, hay diferentes relatos en alguno es una mujer a la que le arrebatan a sus hijos y se vuelve loca de dolor en otro, además, la historia no sucede en la época colonial sino en la guerra de los mil días. Este relato es quizás el más extendido en nuestra cultura latinoamericana, y, me atrevo a decir, uno de los primeros netamente sincrético en el que los elementos africanos, indios y españoles no tienen relevancia por sí mismos sino que simplemente componen una nueva historia, un nuevo mito o leyenda. No es una adaptación o traspolación de una cultura que ingresa es el producto de una cultura naciente.
Siempre me ha llamado la atención que en la versión paranawense, no se preocupa por explicar por qué está buscando a sus hijos, ni siquiera cómo es ella, ni de dónde viene, clase social ni nada, es simplemente la llorona y ya, si una historia de fondo fortalecía el relato del ser que vagabundea por las noches es algo que se perdió hace mucho, mucho tiempo, es como si sólo bastara saber que a lo lejos se escucha el grito de dolor más grande que puede existir, el de una madre en busca de sus hijos.




[1] Pinkola Estés Clarissa, “Mujeres que corren con los lobos” Punto de lectura, 2002, Ediciones B.S.A.

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