miércoles, 28 de febrero de 2007

Rojo texto

Y la desesperación silenciosa del señor de Croisenois
Cómo me gustan sus grandes ojos azules
cuando me miran
como tan a menudo
lo hacen
como ya no se aburría desde hace dos meses
tantas veces ejercida,
escribir con su mano poderosa
las puertas del torreón se abrieron muy temprano

“iré abriendo poco a poco y daré a conocer mi voz”
su éxtasis llegó a un estado de exaltación
abrió la ventana lo suficiente
y pidió que le anunciaran al señor de La Mole
la señora de Renal vertió algunas lágrimas
¡desgraciado del que inventa cuando habla!

Un pobre clérigo como él se debía por entero a la
Vocación
Una grosería,Se entregaba sin vergüenza a ese sentimiento.

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