miércoles, 21 de febrero de 2007

Trastornos

La noche caída rauda sobre las montañas. El montañés, sobrio y paciente subía por el árido paisaje como una abeja a su panal. Sobre el cielo fulgurantes llamaradas cruzaban las nubes como si en él una encarnizada batalla se librara; a lo lejos un gran castillo se recortaba contra este guerrero telón, diminutas ventanas se encendían y apagaban continuamente por todo su cuerpo escamado como el de un reptil. La luz de los relámpagos golpeaba duramente contra el ladrillo de las paredes mutándolas de blanco a naranja constantemente.
El delgaducho hombre se irguió delante del pozo del castillo, esperó que el puente descendiera, este bajó chirriando como si miles de grillos estuvieran dentro de él y cantaran al unísono
[cm1] . Al final con un golpe seco como si descansara el antiguo puente cayó, el hombre caminó sobre él erguido y rápido, respiraba velozmente y su cuerpo se movía con un ritmo infernal, sus ojos se agrandaron y sus vasos sanguíneos parecían querer salir del yugo ocular[cm2] .
Las nubes se separaron un poco dejando que un pequeño rayo lunar cayera al espacio iluminando blandamente al hombre. Su piel pareció estar en punto de ebullición, sus facciones se alargaron, su cuerpo cayó y un aullido terrible sacudió la montaña y el castillo.
La oveja dormía blancamente y no sintió cuando el enorme lobo le cercenó la garganta arrastrando su cuerpo hacia las montañas.

[cm1]En esta parte casi no hay transformación respecto al original revisar la concordancia e importancia de la descripción.

[cm2]Me parece exagerado este tropo, sin embargo dejémoslo por ahora a fin de ver como queda en el conjunto del resto de la composición.

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